
Bellandina, haciendo gala de su nombre, y ya habiendo superado toda cuesta en nuestro caminar, nos regala para llegar a ella hermosos parajes plenos de inmensa quietud
y sorprendentes tragaderos que desafían nuestra curiosidad.
Así, el Centro Poblado Menor, se muestra de pronto como un premio en la lejanía, tras eternas e interminables altiplanicies y pajonales, que, no obstante, no son para nada cansinos a nuestro arduo caminar;

Estas niñas jugando reflejan la naturalidad de la vida, allá arriba, que hasta hace poco no fuera extraña hasta en nuestra propia ciudad.

Pero Bellandina también nos muestra el empuje de su gente, orgullosa de su valiosa y rica produccion agrícola y ganadera;
y no repara en darnos muestras de la amabilidad y hospitalidad de sus pobladores que con gran emprendimiento y tesón están haciendo de éste un lugar con carretera a las ciudades de Chota y Bambamarca.
Cabe resaltar también que en el lugar denominado El Calvario, próximo al centro poblado, se ha instalado un molino de viento con el propósito de extraer el agua del subsuelo.
Finalmente, luego de compartir otro momento con los niños del lugar, retornamos a la ciudad con la más indudable certeza de que no será la última vez que estaremos allí.
El Pedregal, con su desafiante fortaleza, nos indica el camino de vuelta ya en la hora del ocaso.
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